lunes, 19 de octubre de 2009

Mi sueño es jugar las eliminatorias de un mundial

“Qué carajo tengo que hacer para clasificarnos a Sudáfrica?”, a Diego se lo notaba nervioso, su pierna no dejaba de moverse de arriba hacia abajo a gran velocidad como si estuviera marcando el ritmo de alguno de su temas preferidos, las uñas ya eran prácticamente cosa del pasado y las arrugas en su rostro habían aparecido con la rapidez que Zulma Lobato llegó a la fama.

“Te falta alguien en la lista contra Uruguay”, dijo la bruja, o mejor dicho la adivina (el término bruja no le quedaba muy bien ya que Leticia era una mujer bastante bonita gracias a la colaboración de una innumerable cantidad de operaciones en sus labios, pómulos, senos y, la más importante, en la nariz dado que la ñata larga y sifonera con la que nació hacía que el sobrenombre de “bruja” le quedara pintado).

“Quién me falta??? Riquelme ya me dijo que no, Fuertes está lesionado, Di Stefano y Rifourcat se retiraron, el Lalo y el Hugo andan vagos y Fabbiani no logra escupir el fitito que se tragó, de quién estás hablando?”.

“Tito Fornieles, tenés que llamar a Tito Fornieles”.

“Tito Forniqué??? Dónde juega ese???”.

Diego estaba enojado, en estos escasos partidos como DT de la selección ya había convocado a 856 jugadores del fútbol local y a 3456 del extranjero, pero a Tito Fornieles no lo conocía, inmediatamente fue que se dispuso a llamar a Bilardo para despedirlo por incompetente cuando la ex bruja ahora adivina siguió con la explicación:
“No juega, o sea sí juega, en Italia, o sea no en Italia, en la Avenida Italia, por la zona del Tigre, los domingos, o sea un domingo por mes cuando la borrachera del sábado lo deja levantarse, en definitiva, no es un gran jugador ni mucho menos, o sea, es grande porque ya está entre los cuarenta y largos, pero no es jugador lo que se llama jugador, pero eso no importa, lo que importa acá es que es un tipo con suerte, con muchísima suerte, dale 10…15 minutos y te lleva al mundial. A vos, a los 23 jugadores, al preparador físico, al ayudante de campo, al utilero, al kinesiólogo y a las valijas, ya que de lunes a viernes trabaja de maletero en el hotel Esplendor del microcentro porteño. Haceme caso, el tipo este gana todo lo que juega, hasta es capaz de ganarle a Martín Fierro jugando al truco”.

“Vos le tomaste la leche al gato? No puedo, es un papelón”.

“Papelón es que vaya Ecuador y no la Argentina, eso es papelón, haceme caso, llamalo a Tito”.

No hubo más nada que hablar, la señora se levantó y dejó a Diego y sus tatuajes solos para que mastiquen el tema, ni siquiera le dejó el teléfono de Tito, así que Diego no tuvo más remedio que pararse, bajar la cabeza y caminar hacia el ciber más cercano, para buscarlo en Facebook y agregarlo. No pasaron más de dos minutos que Tito había aceptado a un nuevo amigo de la web, a un nuevo amigo llamado nada más y nada menos que Diego Armando Maradona. Como si supiese que el destino le estaba jugando el mejor partido de su vida. O el peor partido de su vida.

El primer paso ya estaba dado, ahora lo que faltaba era la parte más dificil: convencerlo. El 10 odiaba el msn del facebook dado que su lentitud lo hacía recordar a Riquelme, así que sólo lo utilizó para pedirle el número de celular y le mando un mensaje de texto:

“El Chpu Braña tine la últma clse de Cstura y Confcción cn la sbrina de Librtad Lamarque y no pde estr cntra ls urugys, en su reemplzo vas a tar vos pibe”

“Pibe ls plotas, a mi trtame con rspeto mleducdo d mrda”.

La respuesta de Tito hizo transpirar más a Diego que sólo deseaba cortarle las piernas, hacer un licuado con ellas, servirlo en un vaso y mandárselo a Blatter para su cumpleaños. Pero otra vez dejó de lado su soberbia y no dijo ni una palabra. Tito Fornieles había dado el sí.

Más rápido de lo que corre el Galgo Gutiérrez la noticia ya estaba esparcida en todos los medios bajo los titulares de:
“Maradona está más perdido que sordo en tiroteo, esta vez llamó a Tito Fornieles”
“La mano que nos hizo ganarle a los ingleses es la misma que nos quiere dejar afuera del mundial, ahora Diego anotó a Tito Fornieles entre los concentrados contra Uruguay”.
“Quién sos Tito Fornieles? El que te engrampás a Dalma?”
La mayoria de los medios se la agarraron con Diego, otros como Clarin y TN fueron más injustos con Tito:
“Fornieles, testaferro de los Kirchner?”

Y llegó la conferencia de prensa, Maradona tuvo que dar explicaciones sobre esta nueva convocatoria y sólo atinó a decir:
“De un golpe salí de Fiorito y fui a parar a la cima del universo y allí me las tuve que arreglar yo solo, además Claudio Paul Caniggia es extremadamente rápido, tiene la capacidad de colocarle un supositorio a una liebre corriendo y reconozco que la noche me gusta, pero nos gusta a todos, eh. Especialmente a los que jugamos al fútbol porque tenemos mucha facilidad de movimientos con el propio cuerpo y eso nos hace muy buenos danzarines. Ese es el fundamento por el cual a los jugadores de fútbol nos gusta la noche y el baile. Pase lo que pase, dirija quién dirija, todo el mundo sabe que la camiseta número 10 de la selección seguirá siendo mía. Ah, y no estoy en contra de los homosexuales. Me parece bien que existan, porque de esa manera dejan más mujeres libres para los que somos machos de verdad. Y para finalizar quiero decirle a todos que yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”.

Estaba claro, el ex jugador del Napoli no sabía qué decir. Y Tito Fornieles menos, por eso tampoco habló, sólo llamó a su madre para contarle lo que estaba sucediendo a lo que ella intrigada preguntó si lo habían convocado gracias a alguna de esas promos que juntando tres tapitas de alguna gaseosa te llevaban a jugar un partido con tus ídolos de la selección. Tito no respondió, le mandó un beso como todos los días y calló. No volvió a atender el teléfono, ni siquiera aceptó más amigos en el Facebook porque estaba seguro que toda esa gente lo agregaba por conveniencia y él no podía permitir que una nueva amistad comience si había desconfianza en alguna de las dos partes. En este caso, de su parte.
Igual Tito seguía tranquilo, soñando con ese momento como lo soñaron más de una vez millones de argentinos y teniendo claro que iba a tener no más de 10…15 minutos para demostrar por qué estaba ahí. Necesitaba aprovechar cada oportunidad que se le presente. Tocaba la primera pelota y debía apuntar al arco, que seguramente se iba a clavar en el ángulo esté a 20, 30 o 40 metros, que en los corners tenía que subir a cabecear porque la pelota como imán iba a llegar a su cabeza para clavarla junto al palo mas lejano del arquero, que si no podía girar para encarar hacia el arco sólo tenía que atinar a levantar la pelota y tirar una chilena que entraba seguro, porque así lo había imaginado la bruja más bien adivina. Y lo más importante, porque así lo había imaginando Tito desde los 9 años.

14 de octubre de 2009, 18,48 hs, Estadio Centenario de Montevideo, los equipos salen a la cancha.
Sergio Romero; Nicolás Otamendi, Rolando Schiavi, Martín Demichelis y Gabriel Heinze; Jonás Gutiérrez, Javier Mascherano, Juan Sebastián Verón y Angel Di María; Lionel Messi y Gonzalo Higuaín. DT: Diego Maradona.
Y en el banco él, en el banco Alberto “Tito” Fornieles esperando su oportunidad
El seleccionado entró a la cancha y Tito fue a parar a los relevos, inmediatamente jugadores de la talla de Heinze, Enzo Pérez, Messi y Tevez se acercaron para abrazarlo ya que estaban felices porque la gente había dejado de disparar contra ellos gracias a que ahora todos los cañones llenos de bronca y decepción estaban apuntando a Fornieles.
Llegó el momento, el cronómetro se puso en marcha y el seleccionado, con pico, pala y once obreros, construía el camino que nos dejaba en el Mundial. El seleccionado se puso el overol y transpiró, consciente de sus limitaciones, o de sus dificultades para sacarle más jugo al potencial que tiene.
El clásico rioplatense se encaminaba derecho a un 0-0 cuando el destino se puso definitivamente de nuestro lado.
Diego miró al banco y miró a Bolatti, luego miró a Bilardo, viejo cabulero como los que ya no quedan que lo insultó con la mirada, así que no tuvo más remedio que cambiar el destino de la mirada para observar a Tito, pero volvió a mirar a Bolatti, volvió a mirar a Bilardo que ya estaba por explotar y tuvo que volver a mirar a Tito para que, titubeando, le diga:
“Dale pibe, entrás”

“Ya te lo dije por mensje de texto el otro día: Pibe ls plotas, a mi trtame con rspeto mleducdo d mrda”.

Y Diego otra vez dejó de lado su soberbia y no dijo ni una palabra, sólo llamó al juez de línea para pedir el cambio.
La clasificación estaba cerca, solo era cuestión de que Fornieles tocara la pelota y la mande a guardar. Y en eso estaba, foul a Messi, vino el tiro libre de Verón, la jugada se ensució dentro del área y, en una maraña de piernas la pelota llegó a Tito, tranquila, como un caracol que mira vidrieras, así que él se acomodó, cerró los ojos y le dió de lleno a la pelota. Perdón, al palo. Le dió de lleno al palo. Triple fractura de cúbito y radio con rotura de ligamentos cruzados. Y el palo, ni un rasguño.
Después lo reemplazó Bolatti y lo que viene es historia conocida. El partido se apagó, el Centenario terminó de enmudecer y la Argentina va a Sudáfrica por más que su campaña dio más para la pesadilla que para soñar despierto. La misión estaba cumplida, lo que nunca sabremos es si la bruja tuvo algo que ver. O mejor dicho, si Tito tuvo algo que ver. Nunca más se supo nada de ellos, dicen por ahí que entablaron una relación más allá de lo que podían decir los astros, se enamoraron y se fueron juntos a recorrer el mundo con los 567.890 dolares que se hizo la mal llamada bruja en su trabajo para la AFA y los 237.435 pesos que Tito ganó en el Bingo Lavalle.

Y así parece que termina la historia. Tito cumplió el sueño de jugar una eliminatoria del mundial. Los argentinos de estar en Sudáfrica 2010, Maradona de consagrarse como técnico y todos los periodistas de poder contarle alguna vez a sus nietos lo que sucedió aquel 14 de octubre del año 2009. No, no lo digo por lo que sucedió con Tito, eso no es gran cosa, simplemente una linda anécdota que se perderá en menos que canta un gallo, yo hablaba de poder contarle alguna vez a sus nietos que se la chuparon y se la siguieron chupando al mejor jugador de todos los tiempos.