viernes, 27 de abril de 2007

Zapatero a tu zapato

Fueron años y años de roast beef en vez de lomo. De agua de la canilla en vez de soda del sifón. De atc en vez de hbo. De Odol en vez de Colgate Total. Fueron años y años de esfuerzos para que “El Zapatito Feo” abriera sus puertas.
El nombre no se le había ocurrido justamente después de leer “Mercadoctecnia” de Philip Kotler y Juan Carlos eso lo sabía muy bien, pero desde los 9 años lo tenía en la cabeza y no lo iba a cambiar por nada del mundo, ni aunque se juntaran Jeffrey Sachs, George Soros, Roberto Lavagna y Aristóteles Onassis para pedírselo de rodillas.

Damas. Caballeros. Niñas. Niños. Abuelas. Abuelos. “El Zapatito Feo” le arreglaba los zapatos a todos, Y lo hacía muy bien.
Pero la gente parece que eso no lo sabía, porque desde el día de la inauguración, aquel lluvioso 27 de marzo, nadie había ingresado al local. Y cuando digo nadie, es nadie.

Fue una mañana de invierno, mientras Juan Carlos se hacía unos mates en el fondo, cuando escuchó el sonido de la felicidad, el sonido de la vida, el sonido de la campana al abrirse la puerta. Y corrió. Y se volcó el mate sobre el pantalón. Y tuvo quemaduras de tercer grado. Pero no le importó. Se acomodó nuevamente detrás del mostrador, levantó la vista y la vió, era una mujer increíblemente despampanante, morocha azabache, de tez blanca, de ojos más verde que el mismísimo verde, de boca muy Angelina Jolie y de medidas que no bajaban ni subían de los 110-60-90.
La verdad la verdad, es que era una anciana de unos 85 años pero Juan Carlos estaba tan pero tan contento de verla dentro del local que, para él, era lo mejor que le había pasado en la vida.

-“Buenos días m’hijo”
-“Buenos días, bienvenida al Zapatito Feo, soy Juan Carlos, gustaría algo para tomar? Un mate, un vaso de agua fresca, tal vez una gaseosa?...”
-“Mil gracias, pero estoy bien así.”
-“Un scon? Tengo unos scons para ofrecerle que no sabe lo que son, los compro acá a la vuelta, en lo de Luisito, están recién recién hechos…”
-“Muy amable, pero paso.”
-“Un guiso de lentejas? Eh? Un guiso de lentejas?...chorizo colorado, batatas, papas, obviamente lentejas, es realmente muy pero muy rico... sino tengo unos fideos a la bolognesa que me sobraron de ayer, están para chuparse los dedos…”
-“Es muy gentil pero lo único que desearía es si usted sería tan amable de colaborar en la lucha contra el mal de Chagas, comprando esta cintita a solo cinco pesos…”
-“Vayase a la puta que lo parió vieja del orto.”

Todo seguía igual. Nada había cambiado. Y nada cambió.
Por eso “El Zapatito feo” cerró para siempre. En esos 9 meses y 27 días que estuvo abierto, Juan Carlos no había recibido ni un zapato para arreglar. Ni uno. Pero él no se desanimó y siguió con su vida. Había llegado el momento de cumplir con otro de sus sueños de pequeño, y ese sueño era cantar. Fueron tiempos duros de preparación. De tocar puertas en bares, boliches, hoteles, restaurantes y piringundines para que le den la oportunidad de mostrarse.
Y lo logró. El afiche en la puerta dejaba leerse: Bar Simpson. Miércoles 5 de Julio. 21,45 hs. JuanK Ntante.
Estrellas como Moria Casán, el Chino Volpato y Teté Coustarot tenían nombres artísticos así que Juan Carlos no quiso quedarse atrás y decidió que JuanK Tante iba a ser su nombre a partir de ese momento, Y ese momento llegó.
Atrás habían quedado la peluquería, la manicura y la tienda “Los Amigos” donde JuanK se había comprado un bonito traje (recomendación de Guillermo Andino pasando el chivo en su programa de la tarde).
Adelante, ya estaba el público. Después de haber afinado por quinta vez la guitarra y probado por sexta los cappuccinos del lugar, JuanK salió a escena. El reloj marcaba las 21,58 cuando agarró el micrófono, lo probó haciendo el famoso y archiconocido “hola, sisi, hola…”, se presentó frente a todos los comensales, agradeció al dueño del bar y empezó con un popurrí de Palito Ortega que incluía, entre otros, “Despeinada”, “La felicidad”, “La chevecha”, “Yo tengo fe” y “Corazón contento”.
Fue un desastre. Les juro que yo lo quiero mucho a JuanK pero se notaba que lo de cantar era solo un anhelo de pequeño y no un don que le había dado Dios.
Luego de ese insulto a la música, le llegó el turno a “Oh mama” de Pablito Ruiz.
“…oh mamá, ella me a besado, oh mamá, estoy enamorado de ella, ohhhh, ohhhh mi mamaaaaaaá….”

En ese preciso instante uno de los oyentes se iluminó, tomó conciencia de lo mal que la estaban pasando sus oídos y le arrojó un zapato que terminó incrustándose en el medio de la frente de JuanK. Él, por dolor, verguenza o enojo, paró de tocar.
El silencio en el bar fue abrupto y abrumador. Esos silencios que permiten escuchar perfectamente el tic tac que anuncia el paso del tiempo.
Los presentes se quedaron esperando algo. Que siga cantando no, pero una trompada, una puteada, algo que haga de esa noche una noche con anécdota y no una noche perdida..
Y algo iba a pasar porque en ese momento JuanK bajó de la banqueta donde estaba sentado, caminó hacia el costado del escenario, dejó cuidadosamente la guitarra y regresó al centro del escenario. Al pasar, recogió del piso el zapato.
La gente seguía enmudecida. JuanK comenzó a acariciar el cuero marrón del mocasín divorciado desde hace tiempo del betún y, mientras miraba perplejo la zuela que ya tenía sus años, descubrió que la lengüeta estaba descosida.
Después de 6 minutos y 47 segundos sin decir una palabra, JuanK sujetó el micrófono, agradeció a todos los presentes, guardó el zapato en el bolsillo interno del traje y se fué. Tenía mucho trabajo por hacer.

Cagada tras cagada

Idoyaga era uno de esos tipos que metía la pata. Siempre que iba a algún lado, hacía un comentario y metía la pata. Se comió varias trompadas por comentarios pelotudos, además de varios juicios por daño moral.
El flaco, por ejemplo, se compraba cocucha y pancho en la esquina de 9 de Julio y Corrientes, escuchaba a tres o cuatro motoqueros que se juntaban a charlar de boludeces en su media hora de almuerzo y, sin conocerlos y de la nada, opinaba:
-“La verdad, la verdad, no me banco a los policías.”
A lo que uno de los motoqueros, el más grandote, el de más barba y el de más tatuajes respondió sin titubear:
-“Mi viejo es policía.”

Esta otra sucedió en un ágape en conmemoración de los 100 años del trabajo de Stellita, su novia:
-“Y bueno, es así che, realmente me caen mal los judíos.”
-“Mi mujer es judía. Y mis dos hijos también.”

Con sus compañeros de laburo hay cientos de metidas de pata. Hace unos jueves se juntaron en el Shamrock a tomar unas cervezas:
-“Rugby? Detesto el rugby y más, a los rugbiers.”
-“Jugué en Banco Hipotecario 20 años de mi vida.”
-“Yo 15 en el Champa y ahora entreno las juveniles del club.”
-“Y yo 9 en la primera de Hindú, ahora estoy en la comisión directiva de la UAR.”

Hace un par de años su viejo lo invitó a navegar con los nuevos socios de un proyecto muy importante que tenía. Obviamente opinó:
-“No soporto a los abogados, son gente siniestra que le chupan la sangre a la gente, sin escrúpulo alguno, los mataría a todos ….”
-“Zolezzi, doctor en leyes, para lo que necesite.”

Y así, opina, opina y opina, vaya donde vaya, no le importa, ante la duda, no se calla nada y opina:
-“Aborrezco a los tacheros, siempre inventándote historias, mirándole la chabomba a las minas por el espejito y puteando al país.”
-“La semana pasada cerró la cancha de paddle donde laburaba y estoy manejando un taxi.”

-“Haría una fiesta gay en la Isla Martín García y pondría una bomba así desaparecen todos los trolos del país.”
-“Charlie y yo no creo que podamos ir porque teníamos pensado ir a casarnos a Amserdam.”

-“A los negros no los puedo ni ver.”
-“Acabamos de adoptar con mi marido un niño de Sierra Leona que perdió a su familia en la guerra.”

-“Me dan mucha lástima los boluditos estos que trabajan en Mac Donald’s y que todo te lo quieren agrandar…por un peso cincuenta más desearía agrandar sus papas?..ahhhh…insoportables.”
-“Yo lo hago para pagarme la facultad porque mi viejo falleció de cáncer el año pasado y mamá no tiene ni un peso porque lo gastó todo en los remedios de papá.”

El sábado pasado, se juntaron todos en lo de Stellita, pidieron unas pizzas y salieron los temas de siempre, bebés y casamiento, dos asuntos que a Idoyaga realmente lo irritaban más de lo normal y les escapaba siempre que podia. Stellita desde hace años que le andaba insistiendo con lo de formar una familia y él, de alguna manera, siempre zafaba escudándose en que todavía no está preparado para semejante desafío, que son jóvenes, que, con lo que gana en el laburo no le alcanza para nada y que, en este país, sacar un crédito es tirar la plata a los chanchos.
Mientras todos charlaban y opinaban de si era más adecuado empezar el carnaval carioca con “gomazo súbete” o con “la prima vera”, Idoyaga quiso desprenderse de todo lo que tenga que ver con la unión matrimonial y tiró de la nada:
-“Odio, pero odio mucho a las mujeres posesivas, que están todo el día gordi dame un besito, gordi abrazame, gordi dame la mano, gordi me amas? Gordi me vas a querer siempre siempre siempre? Gordi te imaginás cuando seamos abuelitos y sigamos juntos? Gordi volvé a abrazarme, gordi dame otro besito, gordi la mano, gordi esto, gordi aquello, gordi lo otro… “
-“P..pe…pero gordi…ehhh…essssa soy un poco yo…”

Ya se habían ido todos. Cincuenta minutos alcanzaron para que Stellita ponga fin a una relación de 12 años de noviazgo, Idoyaga partió, con las manos en los bolsillos y silbando bajo. Por única vez a Idoyaga le habían salido bien las cosas.

Piedra

Hugo, treinta años, tez morena, ochenta y siete kilos aunque parezcan más, un metro setenta, aunque parezca menos.
Igual, no es lo que nos importa hoy, lo más importante es la mala leche que tiene Hugo. Ya desde chico le pasaban todas. Y de grande ni te cuento.
El otro día le tocan el portero a las 5 am para decirle que había pasado algo terrible, unos peligrosos delincuentes habían asaltado la cafetería de a la vuelta de su casa y, al ser sorprendidos por la policía, los maleantes no tuvieron mejor idea que esconderse detrás del Ford Taunus de Hugo. Balas van, balas vienen, le dejaron el auto como una paleta de paddle.
Otra fue la de la fiesta de fin de año de Satrum, la empresa metalúrgica en la que trabaja. Entregaron 78 números para 77 premios y, obviamente, volvió a su casa con las manos vacías.
Eso sí, totalmente borracho.
La última que recuerdo es la de la abuela, que le trajo de Jujuy una poción para curar la mala suerte y casi se muere de una indigestión, estuvo dos semanas internado.
Pero un día la suerte tocó su puerta. Lo de suerte igual está por verse. quien tocaba su puerta era su único y mejor amigo Oscar “Morrón” Calzatierra, y lo que lo hacia su mejor amigo no era su bondad, su interés por los problemas de los demás ni su ayuda permanente, todo lo contrario, Morrón era un terrible hijo de puta, pero su apodo viene de colorado, y solo un colorado podría estar cerca de Hugo sin temer por su salud y bienestar.
Después de abrir y cerrar varias veces dentro de su casa el paragua para ver si funcionaba, cruzar debajo de la escalera, acariciar al gato negro de la vecina y romper de una patada el espejo de la casa de antiguedades Morrón llegó a lo de Hugo y le dijo: “Bolú, tengo la solución para tu problema, logré que Mirtha Legrand te invitara a almorzar a su programa, entendés? La Chiqui es famosa por su buena suerte…el único garrón es que vas representando a toda la comunidad de yetas del país pero qué te importa, vas a curarte bolú…en verdad me habían invitado a mi pero me picó una vinchuca viniendo para acá y tengo que ir al Fernández para ver qué onda…”
Oscar estaba callado. No decía nada. Hasta que explotó:
“Sos boludo????? Decime, sos boludo??? La Chiqui trae suerte???? La Chiqui trae suerte???? Su marido murió de hepatitis, su nieta quedó embarazada del hijo de Piero, su hijo murió de sida, su yerno cayó en cana y la Chiqui trae suerte????”
Morrón cerró la boca y se fue para el Fernandez, corriendo.
Lo de Mirtha también descartado, Hugo se decidió por ir a una bruja que le recomendó un conocido que había trabajado como camarógrafo en Club 700 y que la había conocido una vez que fue al programa invitada por el pastor evangelista estadounidense Pat Roberson para competir con un pai brasilero, al que venció en cuestión de segundos.
La cosa es que la bruja le dio una lista con varios ítems para llevar a cabo y así encontrar la paz que tanto anhelaba. El primer ítem pedía que borre a sus amigos pelirrojos de la agenda. Eso no fue un problema ya que Morrón acababa de morir en el Fernández después de su problema con la vinchuca.
El segundo ítem solicitaba que, si se encontraba con algún albino, directamente lo mate. No porque son yeta, sino porque son demasiado demasiado blancos y asustan a los niños.
También el escrito le imploraba que jamás de los jamases lea un horóscopo vencido. Que no pase la sal de mano en mano, ni tampoco camine debajo de las escaleras. Que no tenga peces en su casa, ni siquiera vea “Buscando a Nemo”, Que no escuche el canto del pájaro carpintero ni tenga periquitos. Que regale los espejos, que despegue del auto la calcomanía de Menem Presidente y que tire sus discos de Tormenta, Cacho Castaña, Nancy Anka, el Dinosaurio Bernardo y Marixa Balli, los últimos tres no eran por mala suerte sino directamente por malos.
Por último, lo hizo desprenderse de todo lo que tenga color amarillo, porque en el ambiente artístico ese color es considerado yeta. Está claro que Hugo no era actor, pero su parecido con Juan Palomino era verdaderamente increíble.
El cumplió todo al pie de la letra. Al pie izquierdo de la letra porque nada había cambiado, así que volvió a la bruja para explicarle todo lo malo que le había sucedido en esos días.
En ese instante, mientras él contaba nosequé de un burro en celo que se escapó de la Rural y lo agarró desprevenido, ella lo interrumpió: “P…perá…perate un poquito…cuando a vos te suceden todas estas cosas supongo que te agarrarás el huevo izquierdo como todo el mundo, no?”
-“No tengo”
-“Cómo?”
-“Que no tengo huevo izquierdo, me lo extirparon a los 9 años porque no me bajaba.”
Y ella, mientras se frotaba el seno con su mano derecha, sólo atinó a decir: “Ah…qué mala leche”.

Alfredo "El Flaco" Rifourcat

Esteban Pogany, Luis Malvárez, Sergio Marchi, Osvaldo Coloccini, Daniel Riquelme, Blas Armando Giunta, Leonardo Carol Madelón, Norberto Ortega Sánchez, Alberto Federico Acosta, Víctor Hugo Ferreyra, Daniel Ahmed, Pedro Larraqui, Néstor Gorosito, Alfredo Rifourcat, Oscar Tedini, Carlos Castagneto y Flavio Zandoná.

1998. El fax con la lista de la Copa Libertadores de América ya había sido enviado a la AFA por uno de los cadetes que trabaja en las oficinas de San Lorenzo de Almagro. Y la ilusión ya estaba en marcha

A raíz de ciertos desplantes con la comisión directiva ya no estaban en el club jugadores de la talla de Walter Perazzo, José Luis Chilavert y Darío Siviski, pero el presidente había hecho un esfuerzo muy grande para traer a otros como Gorosito, Acosta, Ferreyra, Coloccini, Pogany y Rifourcat.
Rifourquééé?
Alfredo “El Flaco” Rifourcat, no se de dónde viene ni adónde va pero tiene un apellido divertido así que lo vamos a bancar.

Y así fue, ese año San Lorenzo llegó a las semifinales de la Copa Libertadores y Rifourcat se convirtió en ídolo del Ciclón.

Hector “El Bambino” Veira, por ese entonces técnico de San Lorenzo había dicho de él: “El Flaco tiene una gran personalidad, puede jugar hasta en Vietnam.”

Cuando le preguntamos a Blas Giunta qué opinaba del Flaco, nos sacudió una tremenda patada en el esternocleidomastoideo que nos dejó sin habla durante 45 minutos mientras se alejaba cantando
”Shunta, Shunta, shunta, guevo, guevo, guevo…”

El ex jugador inglés William Shankly manifestó: “Mucha gente piensa que el fútbol es un juego de vida o muerte, pero es mucho más importante que eso.”

-“Pero William, te preguntamos sobre Rifourcat…”

-“Rifourcat? I don ‘t know Rifourcat.”

-“Fuck you William”

-“Tatcher fuck you and your country.” Y nos fuimos a las manos.

Rifourcat siguió haciendo estragos en San Lorenzo y la hinchada cada vez lo quería más. Llegué a escuchar todo tipo de conclusiones de los fervientes fanáticos azulgranas: “Si trajeran un aplausómetro para medir el nivel de aceptación de la hinchada de la Universidad de Notre Dame con Rudy, el pequeño jugador de fútbol americano que nos hizo piantar un lagrimón a más de uno, y la gloriosa hinchada de San Lorenzo al ser nombrado el Flaco por la voz del estadio, seguramente habría que ponerse en detallista… y si nos ponemos en detallistas nos daremos cuenta que la película de Rudy está basada en un hecho real y, como en las películas basadas en un hecho real se exagera todo, seguramente Rudy era del tamaño de Nelson de la Rosa y los aplausos eran sólo de su familia… de esta manera yo pienso que el Flaco terminaría llevándose todos los honores….un saludo a todo Aldo Bonzi, en especial a toda mi familia…globo puto, corrés en todos lados…”


Domingo 5 marzo de 1989. 17:22 hs. Provincia de Corrientes. 41 grados de sensación térmica (dicen que fue ahí donde el Bambino tiró la frase: “…acá hace un calor de locos, hasta Tarzán se insoló…”). El match entre el local Mandiyú y San Lorenzo de Almagro recorría su minuto 25 del primer tiempo cuando Osvaldo Rifourcat va a trabar una pelota con el uruguayo Ricardo Kanapkis. Crack!!!!. Kanapkis se miró el pantalón para ver si estaba roto. Por suerte no. Rifourcat se miró la pierna para ver si estaba rota. Por desgracia si. Diagnóstico? Triple fractura de tibia y peroné. Los médicos fueron optimistas con su recuperación: “No va a poder volver a jugar.”

Y así fue, con los ahorros que tenía el Flaco se puso un parripollo que fundió a los dos meses y después dos canchas de paddle que cerraron a las tres semanas. Ahí se dio cuenta que los negocios no eran su fuerte y que él sólo sabía jugar a la pelota. La verdad, es que él nunca se dio cuenta, el que se dio cuenta fue su contador cuando le dijo que sus números estaban en negro.
Alfredo, igualmente, no se preocupó por eso y empezó a manejar un taxi que le consiguió su primo Atilio. Durante 10 años como taxista, sólo lo reconocieron seis personas, mejor dicho dos, las otras cuatro se dieron cuenta que era un jugador de fútbol, pero lo saludaron al nombre de Ivar Stafuza, Albeiro Usuriaga, David Nazareno Bisconti y Pedro Pablo Pasculli.

El tipo se vino abajo. Sin el fútbol ya no era nadie. Ojo, cuando digo lo de venir abajo no quiere decir que se metió en la pesada, no, no, nada de chupi, falopa ni gatos, él era muy familiero, estaba deprimido pero jamás se alejó de su familia. Solo una vez. El año pasado. Mar chiquita. 6 de la tarde. Desde hace cuatro horas Norita, su mujer, lo buscaba, ya se estaba empezando a preocupar porque el Flaco no aparecía. Llegó a pensar que algún amigo fabulero le había contado la historia de Alfonsina Storni y el Flaco había hecho cagadas, pero no quería decírselo a sus hijos para no inquietarlos.
No había terminado de comerse el segundo bizcochito de grasa cuando comienzan a escucharse aplausos, lo primero que pensó es que el Circo Tihany había regresado después de tantos años a Mar Chiquita, pero no, estos aplausos tenían otro sabor, y cada vez eran más y más sentidos. Dejó el mate, las cáscaras de naranja, el tercer bizcochito y fue a ver qué sucedía, fue ahí cuando a lo lejos, logró divisar a Alfredito, subido en andas de un bañero mientras cada vez más y más gente se acoplaba en el aplauso. Ella corrió a su encuentro pero él se hizo el boludo mirando para otro lado, como ignorándola. Un anciano, al notar esto, se acercó a preguntarle: “Lo conoce a este hombre?...anda perdido como hace 12 o 13 horas, tal vez más…” Ella negó con la cabeza mientras esbozaba una pequeña sonrisa. Nunca lo había visto tan feliz al Flaco en los últimos 15 años.

49

“Buenas nooooooooches americaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!” Eran las 10,52 y el programa de Marcelo empezaba como todos los días. Pero ese martes no era como todos los días. Era martes, hay días que son lunes y otros viernes, igualmente, cuando hablamos del programa de Tinelli los días son todos iguales porque sus programas, desde hace años, son todos iguales.
Perdón, me voy a volver a contradecir para que esta historia tenga sentido Ese martes no era un día más porque se presentaban en el escenario Pipo y Pepe Catoni, dos gemelos de 78 años que, después de 60 años sin verse se reencontraban en Show Match.
Millones de telespectadores disfrutaban ese momento, salvo Julián Weich que maldecía a Dios y a María Santísima por que él no los había juntado antes en Sorpresa y Media.
Mientras Julián puteaba, Pipo y Pepe seguían allí, paraditos, timidones. Ya se habían fundido en un abrazo interminable de 18 minutos y Stoesell los hizo separar aludiendo que Garbarino no iba a pagar lo que correspondía por los segundos en el programa. Igualmente, pese a la interrupción de Stoesell, siguieron los abrazos, las risas y los llantos, esta vez Pepe, sentado arriba de un lavarropa Whirpool de 1789 pesos a pagar en 24 cuotas sin interés y Pipo, el más petiso de los dos, sobre una heladera White Westinhouse de 2200 pesos, también a pagar en cuotas y con la garantía de Garbarino.
Marcelo preguntaba cómo no se habían visto en tantos años, más viviendo uno a media cuadra del otro. Los dos contestaron al unísono: “Tengo cataratas, veo como el orto” Y todos rieron, algunos exageradamente, como la Enana Feudale.
Después de tres horas de programa en el que ninguno de los dos recordaba con seguridad por qué se habían separado continuaron abrazándose una y otra vez ayudados por Marcelo que también lloraba de emoción (le acababan de avisar que estaba haciendo 10 puntos más de rating que Montecristo).
En ese preciso instante y mientras se perdían en un abrazo, Pepe logró encajarle un tremendo cross de derecha en la ingle a Pipo que cayó al piso sin poder reaccionar, seguido por un uhhhhhh de la tribuna (pedido inmediato del cartel electrónico que minutos antes exigía aplausos).
Carminatti y Scoltore corrieron hacia él tratando de reanimarlo, pero era imposible. Estaba muerto, Pipo Catoni estaba muerto.
Fue ahí cuando todos los ojos se dirigieron a Pepe que, después de unos pocos segundos de silencio dijo: “me acordé”
Todos miraron extrañados, se sentó en el piso, sacó un pañuelo de uno de sus bolsillos, se secó el sudor en la frente, se acomodó la mano derecha que todavía le dolía y siguió: “eso…que me acordé por qué nos distanciamos hace 60 años… por un folki de mierda,… por una trompada que casi me saca el hombro”
Eran las 12,40 del día miércoles, Pipo salió caminando por la puerta de la avenida San Juan. Nadie lo paró, Pepe continuaba en el piso. Nadie lo levantó, Marcelo y su gente salieron a festejar, 49 puntos de rating no se dan todos los días, por más que en el programa de Marcelo todos los días sean iguales.

Juan Achalurdi. Historia de un ascenso estrepitoso

-Me gustaría algo que encierre picardía, sabiduría, filosofía, el problema social que afecta desde hace años al país y romanticismo, si, puede ser un poco de romanticismo también?

-“Me voy por necesidad, regreso por amor.”

-Genial, cuánto es?

-cincuenta centavitos la letra…así que sería…déjeme ver…me…voy …por…nec..quince pesos con cincuenta…porque el punto, la coma y las comillas van por cuenta de la casa.

-Yo quiero una frase más aplastante, una frase que le cierre la boca a los envidiosos de siempre, vio? Esos que siempre tienen algo para decir y ese algo que van a decir jamás son palabras de aliento y de ternura…

-Pere, pere… ya está…”El que habla mal a mis espaldas, mi culo lo contempla…”

-Acá, por favor, acá…a mi me encantaría algo más aristotélico pero a su vez con mucho punch, mucho up, mucho brainstorming, mucho head & shoulders, me explico?

-Se explicó medio para el ojete pero tal vez puede ser algo así como…como…”Si querés te puedo enseñar a volar pero no creo que me puedas seguir el vuelo”.

-Estupendo.

Juan Achalurdi. Para algunos un artista de la talla de Pablo Picasso, Mark Twain o Roberto Giordano, para otros un simple vendedor de frases baratas para camiones, autos y/o colectivos.
Pero a Juan no le importaba lo que decían algunos ni lo que decían los otros, él casi que lo hacía por diversión, por hobby. El dinero era una mera formalidad porque él, con su gomería “Juan y Pinchame”, era feliz. Si lo que ganaba le alcanzaba para los bizcochitos de la mañana y para las tortitas negras de la tarde no había problema, el resto estaba de más, los billetes para él eran papeles con dibujitos de gente que jamás había conocido y que jamás iba a conocer pero que justo justo sus nombres coincidían con las calles de la ciudad donde habitaba. Sí. Sólo eso. Y solo estaba. Era un gran tipo, pero por esas cosas de la vida estaba solo. Se había comentado que una vez, hace muchos pero muchos años, un camionero había intentado sobrepasarse con él y todo terminó con el paragolpe trasero del camión de este abominable sujeto adornado con la frase:

“Ser bisexual me duplicó las chances de follar”.

Yo no puedo asegurar que fuese cierto o no. Lo único cierto es que Juan estaba solo. No sabemos si por el problemita ese con el camionero que le causó un daño psicológico irremediable o si, el poco interés por el dinero, hizo que las mujeres lo vieran como un pobre tipo, como un tipo sin anhelos y sin alhajas, en otras palabras, como un tipo al que no le podían sacar un peso.
Pero la misión de Juan Achalurdi en este mundo era otra, era alegrar calles y rutas con sus frases extraordinarias. Y eso él lo hacía muy bien.

“Yo también fui último modelo”.

“Abranse piojos, que aquí llegó el peine”.

“Si estás apurado, pása por arriba”.

"No lavo a mi auto porque quiero mucho a mi tierra".

“Lo mejor que hizo mi vieja, es el tipo que maneja”.

“No es turbo pero storbo".

"Manejo así para hacerte calentar".

"Mi nombre es Ford, mi mujer Mercedes y mi hijo es Chevrolet ".

“Si querés uno igualito, trabajá desde chiquito.”

“No vuela porque es pichón, pero sabés cómo camina?”.

*Dios está a mi lado adonde vaya, sino vuelvo es porque me quedé hablando con El.”

"Tu bocina no convierte a mi auto en helicóptero".

“El consejo de un buen padre, el éxito de un hijo.”

“www.metetelafotoenelorto.com.ar"

“Si vos me tocás la cola, yo te rompo la trompa”.

“No se llevan cargas grandes. chicas es otra cosa”.

“Si ves estas letras muy grandes, es porque estás demasiado cerca”.

“Mi otro auto es un Ferrari.”


Y esta última frase que empezó siendo picarona y jocosa, terminó siendo una frase chata y sin sentido, ya que en realidad, el otro auto de el señor de baja estatura y patillas era efectivamente un Ferrari.
Y así fue como Juan no estuvo nunca más solo. Y así fue como Juan empezó a valorar mucho más el dinero y a levantarlo en pala. Y así fue como Juan comenzó su ascenso vertiginoso. Gracias a una frase tan pedorra y tan cierta como “mi otro auto es un Ferrari” terminó vendiéndole al señor de baja estatura y patillas y a un país entero otra frase tan pedorra y tan mentirosa como “Siganme, no los voy a defraudar.”

El sabe que no fue la frase mas feliz que hizo, pero fue la frase que más feliz lo hizo.

Terrible confesión de joven modelo argentina: "NO COMULGO PORQUE LAS HOSTIAS ENGORDAN"

No me engrampé a todo el coro Kennedy, yo sólo filmaba porque no soy de cometer actos impuros.
No tengo nada que ver con la muerte de Poli Armentano, ese fue Carlitos Menem Junior que se calentó porque Poli le daba a Zulemita. Y con lo de Carlitos Menem Junior tampoco tengo nada que ver, esa fue Zulemita porque a Carlitos le molestaba que ella le siguiera dando a Poli Armentano después de muerto. Yo no soy de matar.
Mamá no entendía porque el portero estaba todo el día en casa y yo le hice entender que el portero era muy amigo de papá. Cuando se necesitaban, siempre estaba el otro ahí, dispuesto a darle una mano. Cuando se peleaban, también siempre estaba el otro ahí para darle la espalda. Y después de darle la espalda obvio que se reconciliaban. En otras palabras le dije a mama: “son dos terribles bufarras”, porque yo no soy de mentir.
El Audi TT rosa salmón que tengo, me lo gané con el sudor de mi frente. Bah, mejor dicho con el sudor de Jacobo “Chizito” Winograd en mi frente y en todo mi cuerpo después de un largo fin de semana de amor y casino en Mar del Plata. Porque yo tampoco soy de robar.
A papá lo honro porque llevo su apellido. Y a mamá también porque llevo su nombre: Stella Marys. El nombre de ella y del 80% de los departamentos de la Costa Atlántica.
Lo de no codiciar los bienes ajenos no sé lo que significa. Soy rubia. Y modelo. Así que no rompan las pelotas con palabras raras.
A Dios lo amo por sobre todas las cosas, es lo más de lo más. A Anamá Ferreyra también porque me ayudó a ser lo que soy hoy, aunque ella no es Dios porque sino, después de vivir 40 años en la Argentina, ya sabría hablar castellano.
Jamás tome el nombre de Dios en vano. Siempre agua mineral o Coca Light. Pancho Dotto es un flash, pero con esas cosas es re estricto. Bebidas Light, agua y a partir del 2006 también tenemos permitido aguas saborizadas.
Después de repasar junto a mi madre los 10 mandamientos, me dijo dudando: “Entonces m’hija, por qué no comulgaste hoy en la misa del Padre Pedro?”
“Porque 500 calorías en una hostia es una barbaridad. Y si no me cuido, no llego a Punta ni ahí y terminaré veraneando con ustedes y los abuelos en San Clemente del Tuyú.”
El Padre Pedro, después de un tire y afloje con Stella Marys madre, pidió al Vaticano lanzar las hostias light, 0% grasas, 0% calorías. Quedaron en responder.