viernes, 27 de abril de 2007

Piedra

Hugo, treinta años, tez morena, ochenta y siete kilos aunque parezcan más, un metro setenta, aunque parezca menos.
Igual, no es lo que nos importa hoy, lo más importante es la mala leche que tiene Hugo. Ya desde chico le pasaban todas. Y de grande ni te cuento.
El otro día le tocan el portero a las 5 am para decirle que había pasado algo terrible, unos peligrosos delincuentes habían asaltado la cafetería de a la vuelta de su casa y, al ser sorprendidos por la policía, los maleantes no tuvieron mejor idea que esconderse detrás del Ford Taunus de Hugo. Balas van, balas vienen, le dejaron el auto como una paleta de paddle.
Otra fue la de la fiesta de fin de año de Satrum, la empresa metalúrgica en la que trabaja. Entregaron 78 números para 77 premios y, obviamente, volvió a su casa con las manos vacías.
Eso sí, totalmente borracho.
La última que recuerdo es la de la abuela, que le trajo de Jujuy una poción para curar la mala suerte y casi se muere de una indigestión, estuvo dos semanas internado.
Pero un día la suerte tocó su puerta. Lo de suerte igual está por verse. quien tocaba su puerta era su único y mejor amigo Oscar “Morrón” Calzatierra, y lo que lo hacia su mejor amigo no era su bondad, su interés por los problemas de los demás ni su ayuda permanente, todo lo contrario, Morrón era un terrible hijo de puta, pero su apodo viene de colorado, y solo un colorado podría estar cerca de Hugo sin temer por su salud y bienestar.
Después de abrir y cerrar varias veces dentro de su casa el paragua para ver si funcionaba, cruzar debajo de la escalera, acariciar al gato negro de la vecina y romper de una patada el espejo de la casa de antiguedades Morrón llegó a lo de Hugo y le dijo: “Bolú, tengo la solución para tu problema, logré que Mirtha Legrand te invitara a almorzar a su programa, entendés? La Chiqui es famosa por su buena suerte…el único garrón es que vas representando a toda la comunidad de yetas del país pero qué te importa, vas a curarte bolú…en verdad me habían invitado a mi pero me picó una vinchuca viniendo para acá y tengo que ir al Fernández para ver qué onda…”
Oscar estaba callado. No decía nada. Hasta que explotó:
“Sos boludo????? Decime, sos boludo??? La Chiqui trae suerte???? La Chiqui trae suerte???? Su marido murió de hepatitis, su nieta quedó embarazada del hijo de Piero, su hijo murió de sida, su yerno cayó en cana y la Chiqui trae suerte????”
Morrón cerró la boca y se fue para el Fernandez, corriendo.
Lo de Mirtha también descartado, Hugo se decidió por ir a una bruja que le recomendó un conocido que había trabajado como camarógrafo en Club 700 y que la había conocido una vez que fue al programa invitada por el pastor evangelista estadounidense Pat Roberson para competir con un pai brasilero, al que venció en cuestión de segundos.
La cosa es que la bruja le dio una lista con varios ítems para llevar a cabo y así encontrar la paz que tanto anhelaba. El primer ítem pedía que borre a sus amigos pelirrojos de la agenda. Eso no fue un problema ya que Morrón acababa de morir en el Fernández después de su problema con la vinchuca.
El segundo ítem solicitaba que, si se encontraba con algún albino, directamente lo mate. No porque son yeta, sino porque son demasiado demasiado blancos y asustan a los niños.
También el escrito le imploraba que jamás de los jamases lea un horóscopo vencido. Que no pase la sal de mano en mano, ni tampoco camine debajo de las escaleras. Que no tenga peces en su casa, ni siquiera vea “Buscando a Nemo”, Que no escuche el canto del pájaro carpintero ni tenga periquitos. Que regale los espejos, que despegue del auto la calcomanía de Menem Presidente y que tire sus discos de Tormenta, Cacho Castaña, Nancy Anka, el Dinosaurio Bernardo y Marixa Balli, los últimos tres no eran por mala suerte sino directamente por malos.
Por último, lo hizo desprenderse de todo lo que tenga color amarillo, porque en el ambiente artístico ese color es considerado yeta. Está claro que Hugo no era actor, pero su parecido con Juan Palomino era verdaderamente increíble.
El cumplió todo al pie de la letra. Al pie izquierdo de la letra porque nada había cambiado, así que volvió a la bruja para explicarle todo lo malo que le había sucedido en esos días.
En ese instante, mientras él contaba nosequé de un burro en celo que se escapó de la Rural y lo agarró desprevenido, ella lo interrumpió: “P…perá…perate un poquito…cuando a vos te suceden todas estas cosas supongo que te agarrarás el huevo izquierdo como todo el mundo, no?”
-“No tengo”
-“Cómo?”
-“Que no tengo huevo izquierdo, me lo extirparon a los 9 años porque no me bajaba.”
Y ella, mientras se frotaba el seno con su mano derecha, sólo atinó a decir: “Ah…qué mala leche”.

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